Terranova, la bahía de las medusas

Hoy vamos a hablar de América, de su descubrimiento occidental y accidental, y de un lugar curioso y desolado… que nada tiene que ver con las medusas, a pesar del nombre.

Cuando se habla del descubrimiento de América, es el tito Colón el que aparece mencionado en todos sitios. Con la tontería de ir a las Indias por el camino más largo el tío descubrió a Europa todo un gigantesco continente (o dos, América del Norte y América del Sur, según cuántos continentes hayas estudiado que hay), con las infinitas consecuencias que trajo. El 12 de octubre de 1492 avistó por vez primera lo que ahora se conoce como las Bahamas, y ¡hala!, el día ha pasado a ser día de la hispanidad, Colón es conocido como el primer europeo que pisó América, y Bahamas como la primera tierra pisada (venga, ¿algo más que registrar?). Piensa en cuando te has encontrado un billete de 20€, cómo corres contentísimo al móvil a contárselo a tus amigos. Ahora imagínate lo mismo, pero con Colón correteando por La Niña la mar de eufórico y teniendo que esperar meses hasta que los Reyes Católicos se coscaran de algo. Hasta marzo de 1493 no llegó de vuelta a España, pero tan ansioso estaba de contarles lo que había encontrado que en febrero, aún en alta mar, ya tenía la carta escrita. Joer, ya verás cuando la lean, pensaba mordiéndose el labio de la emoción.

Lo que no sabía es que aunque se lo montó muy bien, no era el primer europeo en pisar tierra americana. Si Australia no es francesa es porque los ingleses se adelantaron unos días; en el caso de América, los vikingos se adelantaron a Colón 500 años. Se podría pensar que no le vieron mucha chicha. Por lo menos no a Vínland.

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VIKINGOS EN AMÉRICA

Pues sí, resulta que los descendientes de Erík el Rojo ya pisaron América muchísimo antes que el genovés. En realidad, se dice que el mismo Erík es el primer europeo en América, al ser el primero en llegar a Groenlandia (Grønland), en 982 (sí, continente americano). Por lo menos es el primero del que se tienen pruebas, pero hay que decir que en las sagas islandesas (los Mío Cid de allí) se habla de un tal Gunnbjörn Ulfsson, que vio la gigantesca isla casi un siglo antes y la llamó Gunnbjarnarsker. Leyenda o no, seamos realistas, llamarse Erík el Rojo triunfa mucho más que llamarse Gunnbjörn Ulfsson, aunque parte de la culpa la tiene la no traducción del segundo: Oso de la Guerra Hijo del Lobo. Dirás que no lo respetas más ahora.

SÍ, PERO VÍNLAND

Eso, que me voy del tema. Vínland es el nombre vikingo de lo que hoy conocemos por Isla de Terranova, en Canadá. Si alejas el zoom en el mapa de arriba verás que está en el extremo este del país. ¿Cómo llegaron hasta allí los vikingos? Erík el Rojo estaba contentísimo con su recién descubierta Groenlandia, pero había un problema casi tan grande como la isla: no había nada. Ni árboles, ni combustibles, nada con lo que construir, y un frío de tres pares de cojones. Así que igual que cuando te mandaban a ti a ir a por el pan, Erík le dijo a su hijo, Leif Erikson, que se diera una vuelta por ahí con el barquico a ver qué encontraba que fuera útil. Un buen paseo marítimo después, llegó Leif a una tierra desconocida, y vio que la verdad era la hostia: mucho mejor clima, prados verdes, animalicos… El lugar prometía, pero había que buscar el modo de atraer al resto de vikingos de Noruega, Islandia y Groenlandia a este nuevo paraíso. Se dice que los vikingos eran expertos en engañar al personal con la lengua, y del mismo modo que llamaron a Groenlandia Groenlandia (Tierra Verde en danés, JAJAJAJA), a este territorio lo llamaron Vínland (Tierra de Viñedos en nórdico antiguo, JAJAJAJA OTRA VEZ). Viñedos en Vínland había tantos como icebergs en España, ni uno. Pero, como ya hicieron con Groenlandia, era la forma de atraer al resto de vikingos para colonizar. Algo así como lo que ocurre con “la tierra de la libertad”. Si a Groenlandia la hubieran llamado Tierra Blanca y Estéril del Frío Insoportable, Joder no hubiera ido más que el tonto del pueblo.

Algún lingüista aguafiestas ha dicho que podría venir del nórdico antiguo vin- (sin tilde, vocal corta; no vín-), que significa prado, por lo que tendríamos Tierra de los Prados, algo que concuerda perfectamente pero claro, nos quita toda la gracia de los viñedos. Sea como fuere, ninguna hipótesis está probada, así que te puedes quedar con la que gustes.

Leif pensó que navegar al oeste prometía, y se planteó seguir hacia la Canadá continental, El problema es que tenía que esperar al verano para hacerlo, y entonces estableció un campamento en Vínland para pasar el invierno y que sirviera de base para futuras incursiones tierra adentro. Y aquí llegamos por fin a la bahía de las medusas. Aunque veremos que esas futuras incursiones se quedaron en unas pocas, ya que abandonaron Vínland para siempre a los pocos años.

L’ANSE AUX MEADOWS

Hasta 1960 no había ninguna prueba de que los vikingos hubieran llegado a América, salvo los de Groenlandia. Por eso, cuando se encontraron en el extremo norte de Terranova, en L’Anse aux Meadows, los restos de una antigua colonia vikinga que databa del año 1.000, se dio un vuelco a la historia. O se tenía que haber dado. Las sagas de Vínland dejaron de ser leyendas para ser consideradas como historia. Se trata del único asentamiento vikingo en Norteamérica y hoy es Patrimonio bla bla bla de la UNESCO. Las construcciones son similares a las que hay en Groenlandia o Islandia, de turba y madera, y se cree que allí estuvieron entre 80 y 100 vikingos. Y por lo visto, supongo que para combatir el frío, les gustaba vivir apretujados: solo hay 8 edificios, y las ruinas de un noveno. Para más inri, no todos eran habitables, sino que al menos 3 de ellos parece que eran herrerías o talleres. Sorprende ver no hay establos ni graneros, tan solo lugares donde dormir y trabajar materiales. Tanto decir que es la tierra de los viñedos pero no había nada para recolectar. Desde luego Leif, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. A Leif por cierto, lo tienes homenajeado en uno de los lugares más icónicos de Reykjavík, frente a la icónica Hallgrímskirkja.

Llegar hasta aquí no es moco de pavo, y es que vas a tener que pasar sí o sí por alguna de las grandes ciudades de Canadá oriental, a saber Toronto, Ottawa o Montreal, o desde Halifax. De ahí tendrás que coger otro vuelo al aeropuerto internacional de Stephenville, ya en Terranova, donde te esperan unas buenas 6-8 horas de coche hasta L’Anse aux Meadows. Hay vuelos internos, opción a considerar si no te gusta conducir mucho. No subestimes el tamaño de Terranova, que de arriba a abajo es casi como España.

Una vez en L’Anse aux Meadows, bueno, puedes disfrutar simplemente de ver lo que tienes delante, o participar en la parafernalia que tienen preparada con gente disfrazada de vikingos enseñándote a fundir hierro (?). Lo cierto es que tienes que ser un friki de lo nórdico para pegarte el viaje hasta aquí, porque no hay mucho más. El sitio está reconstruido, por lo que vas a ver más un prado cuqui a lo Hobbiton que ruinas. Lo interesante es imaginarte cómo sería el desembarco y ver cómo era el asentamiento o hacerte alguna ruta senderista por el lugar, pero ya está. Bueno, eso, y que por ahí fue por donde se hundió el Titanic, en otro orden de cosas. Además tienes que tener en cuenta que sólo está abierto de junio a principios de octubre, supongo que por la rasca que pega por allí.

Lo que sería un delito es pasar por Terranova y perderte el Parque Nacional de Gros Morne, otro Patrimonio de la Humanidad en donde emborracharte de fiordos, cataratas, acantilados y alces. El Parque es tan grande que te da para semanas de acampada y rutas. En las Tablelands, zona de mesetas, es donde se demostró la teoría de las placas tectónicas, por si eres un apasionado de la geología.

PERO BUENO, ¿Y LAS MEDUSAS?

Que no hay medusas. El primer nombre de este sitio fue Leifsbúðir (Las casas de Leif; un tío creativo), pero como los vikingos salieron corriendo del asentamiento en unos pocos años, este nombre desapareció. Mucho más tarde, aparece este sitio con el nombre de Anse à la Médée (Bahía de Medea), por lo visto en referencia a Medea, diosa griega. En algún momento pasó de Médée a Méduses, y los anglos del lugar, demostrando un francés térrible, lo entendieron como Meadows, ya que al fin y al cabo lo que veían eran prados, no medusas. Uno se cree que los nombres de los sitios (topónimos) son fruto de épicos acontecimientos y luego se encuentra con esto.

HASTA SIEMPRE FUTURA AMÉRICA

¿Por qué abandonó Leif Vínland tan pronto? Se dice que no estuvo allí más de 3 o 4 años. ¿No le vio filón? La culpa es de los skrælingjar, que es como los vikingos llamaban a los indígenas americanos. Curiosamente skræling significa bárbaro. Sí, has leído bien, los vikingos llamando bárbaros a otro pueblo. ¡Qué antigua es la retórica y la propaganda! Así es, a poco que se adentraron en tierra Leif y cía tuvieron encontronazos con los nativos, probablemente Beothuk o Innu, por supuesto con sangre de por medio. Los vikingos, todo lo fieros que son y con todas sus historias de berserks, tuvieron que tomar la decisión de abandonar Vínland al poco por un hecho aplastante: ellos eran unos 100, un número ridículo comparado con los indígenas americanos. Esto es como cuando en el Age of Empires II enviabas a 2 o 3 exploradores a la ciudad enemiga: te cosían a flechas y tenías que largarte. El descubrimiento arqueológico de L’Anse aux Meadows demostró esta huida, ya que no se encontró ningún artilugio de valor, ni armas, ni material de trabajo: lo recogieron todo. Por eso mismo, y a pesar de las riquezas que prometía la futura América, recogieron sus bártulos y en unos pocos años no quedaba ni un sólo nórdico en Vínland, que dejaría ya de llamarse así.

 

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