Turkmenistán, la entrada al infierno

Hoy veremos algo en el desierto de Karakum (no confundir con la cordillera de Karakoram, que atraviesa Pakistán, India y China; ni con la antigua capital del imperio mongol, Karakorum). Y es que de repente, tras esos extensos kilómetros de vacío yermo (sí, joder, por fin consigo usar esta palabra), aparece un boquete gigante en el suelo inundado de fuego y echando alguna que otra llamarada de 15 a 20 metros de vez en cuando. Estamos hablando de un agujero de más de 70 metros de diámetro (lo que mide la Puerta del Sol de norte a sur) y entre 20 y 30 metros de profundidad (las fuentes no se ponen de acuerdo), nada de una hoguera de San Juan. Por la noche las vistas son espectaculares, y el reflejo del fuego en el cielo puede verse hasta a 40 km de distancia. El colosal cráter no tiene un nombre realmente, pero como está muy cerca del pueblo de Derweze, ha adoptado el mismo nombre. Digo Derweze, pero bien podría decir Darwaza o Darvaza (del persa la puerta. Momento filológico intruso: puerta en persa es dar, ¿te suena a algún idioma anglosajón?). Dada esta falta de nombre real, el nombre con el que se le suele conocer es el de Puerta al Infierno. Qué bien suena, ¿eh? ¡Vámonos para Turkmenistán!

¿DÓNDE QUEDA TURKMENISTÁN?

Y que no te extrañe. Nadie se acuerda del pobre Turkmenistán. Papúa al menos tiene un nombre gracioso, pero este… Turkmenistán es uno de esos países de Asia Central que oímos una vez en la vida: cuando estudiamos geografía en el colegio y el nombre pasa una única vez por nuestros oídos junto con Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán, etc… y automáticamente los englobamos en ese parche que nos inventamos llamado “y-todos-esos-países-que-terminan-en -stán“. Como si alguien englobara la mitad de países europeos en “todos-esos-países-que-terminan-en -ia” (Alemania, Francia, Italia, Austria, Suecia, y un largo etc…).

Otra razón que justifica el desconocimiento del país es que los mismos turcomanos (o turkmenos) no quieren que se sepa nada de ellos. O bueno, corrijo, el presidente vitalicio Gurbanguly Berdimuhamedow (he tenido que copiar y pegar, qué te crees) no quiere que se sepa nada de ellos, y mantiene el país prácticamente blindado al turismo y a todo lo que venga de fuera. Y sí, he dicho vitalicio, como lo fue el anterior presidente (Saparmurat Niyazov, que se hizo unas cuantas estatuas de oro) que sólo dejó de serlo cuando murió. Por supuesto, Berdimuhamedow se ha construido otra, también de oro, y claro está, más grande que la del anterior. Estamos ante la llamada Corea del Norte de Asia Central, un estado cerrado herméticamente y al que se acusa de ser de lo peorcito en cuanto a derechos humanos. Considerado el 3er país del mundo con peor libertad de prensa, Turkmenistán también discrimina a las minorías del propio país y reprime con fuerza todo intento de disidencia política. Dicen.

Y ALLÍ, ¿QUÉ SE HABLA?

Turcomano, lengua túrquica (es decir, no es indoeuropea) prima hermana del turco. Ambas lenguas son más o menos inteligibles entre sí, y aunque ambas tuvieron el alfabeto árabe, actualmente utilizan el latino (el turcomano llegó a ser escrito en cirílico también cuando era parte de la URSS). Aquí va una muestra:

Hemme adamlar öz mertebesi we hukuklary boýunça deň ýagdaýda dünýä inyärler. Olara aň hem wyždan berlendir we olar bir-birleri bilen doganlyk ruhundaky garaýyşda bolmalydyrlar.

Puede parecerlo, pero en realidad la Puerta al Infierno no es algo natural, sino provocado. Sin querer, eso sí. ¿Cómo se come eso? Bueno, igual que me metí con los estadounidenses cuando hablé de Centralia, ahora me toca hacer lo propio con los soviéticos.

Otra razón que justifica el desconocimiento del país es que los mismos turcomanos (o turkmenos) no quieren que se sepa nada de ellos. O bueno, corrijo, el presidente vitalicio Gurbanguly Berdimuhamedow (he tenido que copiar y pegar, qué te crees) no quiere que se sepa nada de ellos, y mantiene el país prácticamente blindado al turismo y a todo lo que venga de fuera. Y sí, he dicho vitalicio, como lo fue el anterior presidente (Saparmurat Niyazov, que se hizo unas cuantas estatuas de oro) que sólo dejó de serlo cuando murió. Por supuesto, Berdimuhamedow se ha construido otra, también de oro, y claro está, más grande que la del anterior. Estamos ante la llamada Corea del Norte de Asia Central, un estado cerrado herméticamente y al que se acusa de ser de lo peorcito en cuanto a derechos humanos. Considerado el 3er país del mundo con peor libertad de prensa, Turkmenistán también discrimina a las minorías del propio país y reprime con fuerza todo intento de disidencia política. Dicen.

Y ALLÍ, ¿QUÉ SE HABLA?

Turcomano, lengua túrquica (es decir, no es indoeuropea) prima hermana del turco. Ambas lenguas son más o menos inteligibles entre sí, y aunque ambas tuvieron el alfabeto árabe, actualmente utilizan el latino (el turcomano llegó a ser escrito en cirílico también cuando era parte de la URSS). Aquí va una muestra:

Hemme adamlar öz mertebesi we hukuklary boýunça deň ýagdaýda dünýä inyärler. Olara aň hem wyždan berlendir we olar bir-birleri bilen doganlyk ruhundaky garaýyşda bolmalydyrlar.

UNA CHAPUZA SOVIÉTICA

Puede parecerlo, pero en realidad la Puerta al Infierno no es algo natural, sino provocado. Sin querer, eso sí. ¿Cómo se come eso? Bueno, igual que me metí con los estadounidenses cuando hablé de Centralia, ahora me toca hacer lo propio con los soviéticos.

Estos andaban por Turkmenistán buscando petróleo, e iban por el desierto de Karakum instalando perforadoras tan alegremente. En Derweze calcularon que también había reservas, y allí que fueron a seguir taladrando. No contaron con que el país es también increíblemente rico en gas natural, y en 1971 los camaradas fueron a extraer petróleo justo en un sitio con gas natural a presión. Tú imagínate que te pinchan cuando has comido garbanzos y estás lleno de gases presionando. ¡Pumba! El suelo se hundió provocando el gigantesco agujero y se llevó por delante la plataforma petrolífera y el campamento, aunque nadie murió ni salió herido. Pero imagínate el susto. Sin embargo no se queda ahí la cosa. A pesar de salir ilesos algo no les olía bien. Del recién inaugurado boquete estaba saliendo metano a cholón. ¡Adiús, a ver si esto va a ser tóxico, vamos a quemarlo! Y allá que fueron a prender fuego al gas. Con el fin de evitar un catástrofe tóxica en Derweze pueblo y en el resto de la zona, los científicos soviéticos acordaron que era la mejor solución. Calcularon que con la cantidad de gas encontrada, el fuego igual tardaría unos dias, semanas si acaso, en extinguirse.

El fuego se inició con una sutileza científica pasmosa: lanzando una granada. Y cómo hicieron los cálculos, no lo sé (¿cogieron al revés la calculadora?), pero a día de hoy ahí sigue el fuego ardiendo. Desde 1971. Y se le ve cómodo, ya que ni siquiera da señales de que vaya a apagarse.

Por lo visto las reservas de gas de Turkmenistán son bestiales. Dejo los datos por si alguien sabe de esto (yo no), pero en un año pueden sacar de ahí 1.5 billones de pies cúbicos (4.247.526.988.800 metros cúbicos según Google. Por si acaso, recuerdo que soy de letras). Ni idea de cuánto es, pero lo de billones suena tremendo. Lo pongo en pies primero porque es como lo he encontrado; segundo, porque para mí me es tan inimaginable como los metros cúbicos, y tercero porque me ha hecho gracia lo de pie cúbico.

Tal es la cantidad de gas en el país que hasta les da igual que parte se esté desperdiciando en el agujero de Derwaza. Imagínate que en algún país hubiera pérdidas de petróleo que no se están aprovechando y que nadie hiciera nada. Impensable, ¿verdad? El único que se pronunció al respecto fue el impronunciable presidente Gurbanguly Berdimuhamedow, que en una visita a Derwaza en 2010 dijo que cerrarían el cráter para evitar tal pérdida de recursos. No sé si lo dijo muy bajito o qué pasó, pero nadie le ha hecho caso, y de hecho cada vez parece más improbable que se vaya a cerrar. ¿El motivo? El turismo. Reconozcámoslo: nadie va a Turkmenistán. Una grandísima parte de la población no sabe ni dónde está. Y además el 80% del país es desierto, baldío y yermo (estoy que me salgo). Por eso, tener aunque sea una sola atracción turística es razón sifuciente para explotarla al máximo; eso sí, a la manera turcomana.

DOMINGUEROS POR TURKMENISTÁN

El país recibe 10.000 turistas al año (casi todos persas, alemanes y estadounidenses). Se  me ocurren montones de palabras, todas pedantes, para describir semejante cifra: nimiairrisoriabaladí… Para que te hagas una idea, en 2014 sólo Murcia recibió más de 750.000 turistas extranjeros. ¡Murcia, que hablamos de Murcia!

Si te apetece una barbaridad formar parte de esos 10.000 o si quieres ser el 10.001er visitante, tendrás que coger un vuelo a Asjabad, la capital. Normalmente se puede llegar desde capitales exsoviéticas, pero también desde Dubai, Frankfurt o Londres. Desde allí aún tendrás que pegarte unas 4 horas de coche (260 km) hasta Derwaza, y además ir preparado: las infraestructuras turísticas son nulas. A eso me refería con la manera turcomana. Llévate una tienda de campaña o prepárate para negociar con los locales a cuánto te dejan pasar la noche en una de sus yurtas, porque por el lugar no hay nada de nada. Si te da cosica dormir en una tienda de campaña en medio del desierto no te preocupes demasiado: Al contrario que en Australia, en donde el desierto da vida a seres más venenosos que los de tele5, aquí lo más peligroso que te puedes encontrar son champiñones, a los que por lo visto les gusta el calorcico que sale de Derwaza como a unos gaticos una estufa.

Sobra decir que acercarse mucho al cráter tiene sus riesgos. Por un lado, la naturaleza es sabia y el insoportable calor al borde hará que termines alejándote, evitando que caigas dentro (en el borde la tierra no es muy estable) o que te asfixies con los gases. Pero vaya, no está de más recordarlo.

El valiente que sí que se acercó al borde fue George Kourounis, un tío con una afición tan cotidiana como la de ir metiéndose en cráteres de volcanes. En 2013, en una expedición apoyada por National Geographic se metió dentro del cráter a recoger muestras para la ciencia. Claro está, revestido de un traje especial ignífugo que le permitió no morir dando un paseo a más de 1.000ºC. Se dice muy fácil, pero la odisea requirió más de un año de preparación, tanto física por parte del canadiense, como material, para hacerse con un equipo que no se derritiera y que protegiera bien del calor al bueno de Kourounis. Ninguno quería que se cocinara como un huevo poché.

En fin, y eso es todo. ¿Alguien ha estado por aquí o se ha dado una vuelta por este país tan desconocido? ¡Cualquier comentario al respecto será muy bienvenido!

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