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Un pueblo escondido
Decidimos parar en Alter do Chão porque nos habían recomendado el lugar. Y, tal vez por falta de experiencia, tal vez porque no nos organizamos muy bien, o por la suerte del destino, terminó siendo uno de nuestros peores momentos del viaje.
Debemos confesar que teníamos muchas expectativas de este lugar y nos sorprendió, pero en esta oportunidad no para bien.
Porque viajar no es sólo contar las lindas experiencias, también es saber que cuando emprendes la aventura, cualquier cosa puede pasar. En fin, nuestra sorpresa fue bastante ingrata.
Llegamos con el bus de línea desde Santarén por 3 reales en una tarde donde el calor no cedía ni un segundo. Exactamente el 24 de mayo del 2017. Juan se dispuso a buscar hospedaje, ya que no teníamos nada reservado, con un poco de emoción y un poco de testarudez comenzó a camina al rayo del sol en busca de nuestro descanso de dos o tres días como máximo.
Yo me quedé en la estación de buses, ya que no me sentía bien, y caminar ambos con las mochilas a cuestas, no es buena idea.
A la hora apareció Juan, con las ofertas disponibles, un camping por 20 reales para colgar nuestras hamacas o un hostel por 35. Sin dudarlo, elegí el hostel Don Preguiça. Cerca del centro y con buen ambiente. Por el servicio que daba nos pareció un poco caro pero no estaba mal.
Después de acomodarnos en el lugar, decidimos ir a dar una vuelta al Río. Ese que nos habían pintado de maravilloso y paradisiaco. Pero, para nuestra sorpresa, era temporada baja, lo cual implica que el río está en su máximo cause, y no se forman esas playas de arena blanca que habíamos visto por fotos. Esas playas emergen cuando el río Tapajós baja, y eso es entre julio y diciembre.Pero, el lugar parecía pintoresco para andar en kayak, ir al jardín secreto y reposar en el río, aunque no estuviera del todo limpia el agua. Esa tarde probamos el tacacá, la especialidad de la región de Pará y Amazonas. Es un caldo de tucupi (mandioca) con ajo y el ingrediente especial Jambú que es una planta típica de la región. Hay varias recetas pero probamos la que tiene camarón.
Empieza a cambiar la energía
En la noche, Juan comenzó a sentirse mal, y para mi sorpresa, me lo dijo. Para las ocho de la noche ya tenía 38 º de fiebre y a la mañana siguiente se desmayó, iba caminando y se desvaneció por completo, después de tomarle la temperatura que por cierto tenía más de 40º. En ese momento, cuando lo vi a Juan tirado en el piso, con una palidez de muertos, se me cruzaron infinitas cosas por la cabeza.
Por suerte, los voluntarios del Hostel llamaron al dueño Guillermhe, un genio, quien inmediatamente nos pasó a buscar y nos llevó a la salita del lugar. Y nos llevo todas las veces que tuvimos que ir, que por cierto, fueron varias. Se porto muy bien con nosotros.
El centro de asistencia de primeros auxilios estaba más desolado que iglesia cristiana en Turquía. Nos atendió una mujer, que supusimos era la doctora. Le dijo a Juan que hiciera reposo que en unos días se le iba a pasar. Le inyectaron dipirona y nos despacharon.
Después nos enteramos que no había médicos. Sólo enfermeros que no te pueden dar antibióticos. Cabe aclarar que en todo Brasil no podes comprar medicamentos por tu cuenta, como en argentina. Sobre todo si son antibióticos. Necesitas la orden de un médico que firme la receta para comprarlos.
Al cabo de tres días, Juan seguía con fiebre. Tuvimos tres visitas a la salita, hasta que yo empecé con las temperaturas por las nubes y fuimos al hospital. Nuestra travesía terminó con una hora de suero con inyectables en medio de una multitud de gente que estaba pasando por la misma situación.
Esto duró más de una semana así que no pudimos recorrer mucho, hay un lindo muelle para ir a ver el atardecer donde conocimos a Diego que luego nos encontramos en el barco para ir a Belém.
Nuestra experiencia no fue del todo positiva a causa de la fiebre. Pero definitivamente es un lugar para visitar.
Al fin y al cabo, terminamos yéndonos de Alter do Chão sin conocer el bosque, sin hacer la travesía en Kayak y sin poder experimentar casi nada del lugar.
Con unos cuantos kilos de menos, y con pocas fuerzas, después de 10 días que no se pasaban más, tomamos el bus de nuevo a Santarém y de ahí el barco a Belém. No queríamos esperar más, sólo nos queríamos ir y dejar atrás el trago amargo. Siempre con la ilusión de que todo iba a ir bien.
Algunas recomendaciones:
Hospedajes
Hostel don preguiça 35 reales x persona con un mínimo desayuno. Y por supuesto que lo recomendamos 100%, ya que nos atendieron de 1o.
Camping Iguana cerca de la plaza principal a 20 reales para colocar la hamaca y 30 reales la carpa para 2.
Hay un supermercado en frente a la plaza principal. No te esperes gran variedad de verduras. No sabemos si es por la época o que pero no había muchas opciones de comida.
Esperamos que les haya gustado nuestro post!
Leemos sus comentarios!