CÓMO LLEGAR A LA ANTÁRTIDA: EL VALS DE DRAKE

Ya tenía ganas de esbrujulizar un tema tan interesante e inherente al mundo de los viajes como es el de las grandes rutas. No hay que olvidar que el concepto de viajar es el de moverse, por lo que muchas veces, más que en el destino en sí, la experiencia está en el camino. Que se lo digan a Machado, si no. Así que hoy vamos a irnos a una de las rutas más puñeteras del mundo, prácticamente al verdadero culo del planeta. Como suele ocurrir, la larga y dura travesía tiene por recompensa uno de los espectáculos más puros, hipnotizantes y sobrecogedores que jamás ha visto el hombre: hablamos de cruzar el pasaje de Drake y llegar a la Antártida.

¿DÓNDE QUEDA?

MÚSICA INSPIRADORA PARA LEER LA ENTRADA

EL GRAN SUEÑO BLANCO

Que no se te olvide que la Antártida existe. Que mientras estás leyendo estas líneas hay un pingüino correteando por el hielo, una ballena buscando su merienda o un albatros méandose sobre todo. Para muchos, este debe ser el ¿continente? más aburrido de todos; para otros un guantazo de humildad que te hace ver lo poco que somos para la naturaleza. Qué se yo. Lo que sé es que llegar a la Antártida, uno de esos sueños con más tendencia a quedarse en eso, en sueños, no es moco de pavo. La opción más barata es en barco desde América del Sur y atravesando el pasaje de Drake, por unos $4000 minimísimo. Se puede volar, y se puede salir también desde Australia o Nueva Zelanda, pero tu bolsillo me está encañonando para convencerme de que no siga por ahí.

EL JODIDO PASAJE DE DRAKE

También conocido como pasaje de Hoces, por el marinero español Francisco de Hoces, que por lo visto pasó por allí en 1526, 50 años antes que el guiri de Drake. Pero claro, no neguemos lo evidente, el nombre de Drake tiene mucho más tirón que Hoces. El caso es que se llame Pepito o Joseph, el nombre incorrecto, y por el que se le conoce en ocasiones, es el de estrecho de Drake/Hoces. Si una persona con un diámetro de 3 metros ya es ancho, una apertura de agua de 800km no puede ser estrecha.

El pasaje de Drake/Hoces es el cacho de mar que separa la Antártida del continente más cercano, América del Sur (o simplemente América, según cuántos continentes hayas estudiado). No hay ningún otro sitio en el que el continente blanco y el mundo civilizado estén tan cerca. Lo que convierte automáticamente a Chile en el país más austral del planeta (sí Australia, tu nombre no cuela). Si hablamos de ciudades, eso sí, la más al sur del mundo es la argentina Ushuaia (que se pronuncia /u’swaja/, a todo esto) de la que hablaremos más adelante.

Lo que hace tan interesante al pasaje de Drake es que se trata nada más y nada menos de ¡las aguas más turbulentas del mundo! Por estos lares las olas de 10 metros son el pan nuestro de cada día, el viento sopla tan fuerte que parece que es el motivo de que la Tierra gire, y por supuesto la biodramina pasa a ser tu dieta marina. Precisamente por el efecto embudo que forma el pasaje de Drake en el Océano Antártico, el clima se se describe en dos palabras: brutal e impredecible. Los barcos, que no son cáscaras de nuez precisamente llegan a 45º de inclinación. Cafés, comida, y hasta los intrépidos aventureros que se atreven a hacer el viaje se ven irremediablemente volcados y lanzados desde sus respectivas mesas o camas. Aquí no vale el bah, yo nunca me mareo, porque aquí se marea hasta el pescado de la sopa. No en vano, en cubierta, pegadas a la barandilla tienes a tu disposición una miríada de bolsas para vomitar colgando cual farolillos en Año Nuevo Chino. Vamos, que como puedes ver, la experiencia en el barco no deja de ser todo un simulador de resacas.

Ya que no hay apenas un montículo de tierra entre Chile y la Antártida, las olas no tienen dónde romper, más que en las costas y, por supuesto, en los barcos. Son 800 km de travesía salvaje, y especialmente a las latitudes 40, 50 y 60 sur se las conoce por rugientefuriosa y chillona, en honor a los golpes de viento huracanados que abofetean todo lo que se mueva por allí. Sobra decir que aquí tienen lugar alguno de los vientos más fuertes de la Tierra. El impacto de (o contra) un iceberg con semejante viento y oleaje dejaría la historia del Titanic en un cuento de niños.

Así y todo, son montones las embarcaciones, turísticas y no turísticas, que cruzan el pasaje sin mayor problema. A bordo van grupos de marineros expertos muy acostumbrados a lidiar con estas aguas, ya que si no habría noticias trágicas cada dos días (estas aguas se han tragado más de 20.000 vidas en el pasado). Por lo tanto, a pesar de la sensación de peligro, los viajes hacia la Antártida en barco son bastante seguros. Casi me atrevería a decir que lo más terrorífico es el precio.

CÓMO LLEGAR A LA ANTÁRTIDA EN BARCO

Lo más fácil es contratar en una agencia una aventura de 10 días que te saldrá como poco por $4000 (algo más de 3500€ a 19 de marzo de 2016). Ten en cuenta que 10 días suena muy bien, pero realmente en la Antártida pasas 4. Los días de embarque y desembarque no puedes hacer nada, por lo que se te van 2 días. Luego son otros 2 días de bamboleo loco por cada trayecto, hacia y desde la Antártida, que no van a ser precisamente placenteros. Y luego te quedan 4 días en el gran continente blanco en los que podrás corretear con pingüinos, deslizarte por pendientes de hielo o contratar actividades extra como kayak, excursiones en zodiac, avistamiento de ballenas, o hasta cámping en el hielo.

¿Y DESDE DÓNDE SE SALE?

Pues lo más normal del mundo es partir de Ushuaia. ¡Recuerda que no hay ninguna ciudad más al sur que Ushuaia! Una vez aquí, las opciones son: contratar tu barco con la típica agencia, o esperar a las ofertas de último minuto, que son las más baratas (unos $4000). Porque claro está, uno se prepara un viaje a la Antártida en 3-4 minutos. ¿Verdad? Bueno, no te preocupes porque aunque les llaman de último minuto en realidad tienes como un mes.

La buena noticia es que como la Antártida no es de nadie sino que es de todos, no hay que solicitar visado de ningún tipo. En cuanto a qué tipo de viaje contratar, asegúrate de que la compañía con la que contratas tenga algún acuerdo con la IAATO, que es quien se encarga de asegurar la seguridad tanto de la embarcación como de la biodiversidad de la Antártida. Dirás que es una tontería, que para qué potar en bolsas si puedes potar en el mar, pero en el sitio menos tocado por el hombre (30.000 turistas al año), cada cambio importa, por lo que para asegurar la conservación del entorno, se te exigirán ciertos comportamientos, que creo que son bastante lógicos (basuras, comportamiento frente a la pingüinicos y demás fauna, etc…).Llegar a Ushuaia puede ser tan fácil como tomar un avión desde Buenos Aires (4 horas de vuelo, poco más de 200€ por trayecto), o pasarte más de 45 horas de carretera + ferry, también desde Buenos Aires y por un precio que desconozco. Es recomendable llegar al menos unos días antes de la expedición, pues aunque no hay gran cosa, lo interesante es la sensación de estar en el fin del mundo. O al menos en la puerta a otro mundo, blanco, gigante y gélido.

Yo no puedo evitar posicionarme, y creo que un viaje a la Antártida es comparable a muy poquitas cosas. La distancia geográfica, junto a la distancia sensorial frente a cualquier experiencia vivida debe provocar una explosión de emociones en la mente difícil de imaginar. Nada de lo que aquí te preocupa importa allí; es sin duda una vuelta a los orígenes, a la naturaleza perdida, un vago recuerdo de cuán dependiente es el hombre del medio ambiente, y de cuánto de esto hemos olvidado. Y luego aparte están las excursiones

en cuevas de hielo, las noches a la interperie durmiendo con leones marinos, las noches blancas, las historias de Robert Falcon Scott…

Si aún así no te he convencido de que la Antártida debe ser uno de los continentes menos aburridos, léete al menos este artículo sobre 11 cosas que hacer en la Antártida, porque realmente la estancia, y el viaje desde el pasaje de Drake, son experiencias para realizar al menos una vez en la vida.

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